miércoles, 29 de diciembre de 2010

Amar en libertad

Unos recientes episodios familiares dolorosos, me han hecho reflexionar sobre la libertad. Parece contradictorio, porque cuando se hacen las familias, cuando se establece una unión para crecer juntos, para quererse o para andar un camino (corto o largo), realmente se están tomando las riendas del destino.
Esa es la libertad que tenemos los seres humanos, de elegir con quién queremos estar, con quién no, todo lo anterior en la búsqueda fundamental de la felicidad. Porque nada más triste que permanecer en un sitio, en una relación, en un estado, sin querer estar ahí.

Pero la libertad de elegir está en todas las áreas de nuestra vida. Nosotros tomamos decisiones cada segundo de nuestras vidas: qué nos ponemos, qué comemos, cómo queremos vivir, a quién elegimos para quer nos gobierne o para formar una vida juntos, qué carrera deseamos realizar, si queremos ser felices o infelices.
Pero sólo podremos ser felices cuando comprendamos realmente que debemos respetar al otro en toda su dimensión, porque todos los seres humanos vinimos con una misión, con un cuerpo, con unas cualidades, con un trabajo por realizar. Y así como creemos que lo que hacemos es importante, los demás también tienen su sitio en la naturaleza, por eso hay que respetarles su camino, sus decisiones, cómo lucen, en qué familia se desarrollaron, etc.
Cuando aceptamos que hasta el más infimo (para nosotros) animal tiene una misión que cumplir en la naturaleza, podemos comenzar nuestra labor primera y más trabajosa, de aceptarnos a nosotros mismos.
 Porque por nosotros mismos comienzan las discusiones, los malos entendidos y en gran escala hasta las guerras.
 Cuando yo era adolescente tenía muchas 'peleas' internas con mi físico. Creía que mis piernas eran demasiado gruesas, comparadas con las de mis compañeras de clase, sílfides todas. Luego las acepté y para serles sincera, me parecen lindas.. y así ha pasado con muchas cosas.
Lo único que podemos cambiar de nosotros mismos (sin cirugías) es lo que pensamos y cómo actuamos frente a la propia vida y a los demás. Pero sobre todo si comprendemos que lo que nos hace grandes, no son las cosas que poseamos, los apellidos que portemos, los empleos que tengamos, ni los carros que estén estacionados en nuestros garajes o qué tan alto hayamos podido construir nuestras casas (ya ven cómo se están cayendo). Lo que nos hace unos seres absolutamente poderosos (entre muchas otras cosas), es que amemos incondicionalmente a los otros (hijos, papás, hermanos, novios, amigos, esposos) entendiendo y aceptando que en cualquier momento esa persona se puede ir a otro plano, a otra vida, a otros brazos, a otro país. O que permanezca a nuestro lado. Esa es la verdadera sabiduría y el verdadero amor.

2 comentarios:

  1. nada màs hermoso que vivir en libertad....Dios nos dio esa posibilidad....seleccionamos lo que comemos..a quien amar ctc.ctc....solo nos toca amar y aceptar a nuestros padres...hermanos y familiares....El universo nos los regalo y debemos sentirnos honrados por tenerlos....que la gente que decida estar contigo te ame libremente con todas tus bendiciones

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  2. Decisiones cada día como dice la canción, Decisiones, todo cuesta. Salgan y hagan sus apuestas, ciudadanía, sigue tarareando Rubén Blades. Y claro, en medio de todo ello la libertad, entre otras cosas que significa la he comprendido como: hacer lo que queremos, pero sobre todo querer lo que hacemos.

    Los textos sinceros son más gratos de leer.

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