domingo, 11 de julio de 2010

El cinismo de Íngrid

Estuve pasando una temporada de vacaciones con mi familia, y tenía preparado para esta entrada comentarles un tour gastronómico y de pueblos que realizamos por Santander, pero se me atravesó la historia de Íngrid Betancur que nos demandó a todos los colombianos.
A la señora Betancur la secuestraron los guerrilleros de las farc dos días después de que se cancelaran los diálogos del Caguán, en el gobierno de Andrés Pastrana, porque ella se empecinó en ir a hablar con la guerrilla en momentos en que era candidata presidencial.
Sus seis años de secuestro los padecimos todos los colombianos que tuvimos solidaridad con su familia, así nos cayerna gordas su madre Yolanda Pulecio y su hija Astrid, que no tienen ocupación conocida desde hace varios decenios.
Ahora resulta, como decía mi abuela Luisa, que le salimos a deber. No sólo murieron varios integrantes de la fuerza pública tratando de liberarla en operaciones fallidas, que nos costaron también mucho dinero, sino que el Estado logró rescatarla para que a ella ahora le parezca que todos fuimos responsables de su impertinencia.
Me negaré rotundamente a que un solo peso de mis contribuciones en impuestos, vayan a parar a las finísimas carteras de las señoras Betancur. Ustedes, lectores de esta columna y yo, tenemos que trabajar para poder conseguir lo que nos brinda bienestar, las señoras Betancur solo vienen y hablan duro contra nosotros -les parecemos unos sudacas malucos- ¿y además les ofrecemos disculpas por existir con un cheque por más de $15 mil millones?
Lo que hizo la señora Ingrid Betancur con Colombia fue desobligante. Ya no podemos recoger las lágrimas que derramamos muchos por su situación en cautiverio, ni recoger los pasos que inspiró nuestra marcha luego de verla morir lentamente en la selva. Hicimos lo correcto, era un acto humanitario de nosotros, los ciudadanos. Pero nos agradeció con una cachetada. Pretende meter su mano en nuestros bolsillos, si lo permitimos, para poder seguirse dando la vida de jet set internacional que gusta tanto a su círculo de familiares.
Yo, por lo pronto, ofrezco una oración de agradecimiento a los soldados que murieron en el primer intento de liberar a la señora Ingrid y por todos aquellos que protegiéndola, creían estarle haciendo un favor al país. Nos equivocamos.

1 comentario:

  1. Sonia; recogiste perfectamente el sentir de 42 millones de colombianos.

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